sábado, 21 de enero de 2012

EL MATRIMONIO, INSTITUCIÓN ESTABLECIDA POR DIOS

De TRADICIÓN CATÓLICA
 
Con este artículo comenzamos una serie de escritos, relacionados con todo lo que un buen cristiano debe saber para llevar feliz y cristianamente su Matrimonio y su familia.
  
"Jesús respondió (a los fariseos): No habéis leído que Aquel que al principio creó el linaje humano, creó un hombre y una mujer y dijo: Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y unirse ha con su mujer, y serán dos en una sola carne. Así que ya no son dos, si una sola carne. Lo que Dios, pues, ha unido, no lo desuna el hombre" (Mateo XIX, 4- 6)
   
Consideremos primero, que el principio y fundamento de la familia es el Matrimonio.
    
El Matrimonio: Es la unión conyugal de un hombre y una mujer, entre personas hábiles, que los obliga a vivir en sociedad única y perpetua, para la conservación de la especie humana. Esta unión fue elevada por Cristo a la dignidad de sacramento.
   
La palabra “matrimonio”, etimológicamente significa: “carga o deber que incumbe a la madre”, del latín matris munium: atendiendo a que en el matrimonio la madre desempeña un papel más notable.
    
La unión entre el varón y la mujer suele designarse con otros nombres que son:
  • “Unión conyugal”, o sea yugo común, atadura o vínculo que une a los esposos y los sujeta al yugo de los mismos deberes fundamentales.
  • “Consorcio” que significa suerte común. 
  • “Nupcias” del latín nubere, velar, en recuerdo del velo que cubre a la novia. 
  • “Unión marital”, así llamada, bien para significar la esencia misma del matrimonio, bien para distinguirla de cualquier otra unión entre el varón y mujer.
  
El Matrimonio puede considerarse de dos maneras: como contrato y como Sacramento. 
  1. Como contrato: El Matrimonio es un convenio entre un hombre y una mujer, por el cual se entregan mutuamente todos los derechos que se refieren a la procreación y educación de los hijos.
  2. Como Sacramento: El Matrimonio es el mismo contrato entre bautizados, elevado por Jesucristo a la dignidad de verdadero Sacramento de la Nueva Ley.
El Matrimonio como contrato, ha existido desde el principio del mundo. Entre los infieles (los no católicos), existe aún y existirá como tal, hasta el fin del mundo. Como Sacramento, el Matrimonio existe, desde que Cristo lo instituyó, sólo entre bautizados en la Iglesia Católica, para quienes no hay más contrato matrimonial que el Sacramento. Por tanto, entre católicos el contrato es inseparable del sacramento, de manera que hay matrimonio verdadero si hay Sacramento, y si no hay Sacramento, como sucede en la unión civil, no hay matrimonio legítimo.
  

Así pues, por Matrimonio cristiano, se entiende el contrato matrimonial de los bautizados.
  

El matrimonio, como contrato natural, fue instituido por Dios mismo en el Paraíso, y como Sacramento, fue instituido por Jesucristo, de manera que el Matrimonio es una institución divina.
  

Dice la Sagrada Escritura, hablando de la unión entre el primer hombre y la primera mujer: … “varón y hembra los creo. Los bendijo Dios y dijo: “Creced y multiplicaos” (Gén., I, 27 y 28); y más adelante se lee: “Entonces dijo Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo, hagámosle ayuda semejante a él” (Gén., II, 18), y al presentarle Dios a Adán por mujer a Eva, Adán exclama: “Esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne; llamarse ha, pues, Hembra, porque del hombre ha sido sacada, por cuya causa dejará el hombre a su padre y su madre y estará unido a su mujer y dos vendrán a ser una sola carne”. (Gén., II, 23-24).
  
Yahvé Dios instituyó en un primer momento el Matrimonio (como contrato) y lo bendijo (Jesucristo después lo constituirá Sacramento). (Grabado "Creación de la humanidad", por Julio Schnorr von Carolsfeld)
   
Jesucristo Nuestro Señor comentó hermosamente este texto, como puede verse, en el Evangelio de S. Mateo, XIX, 3 al 8: … 
“Y se llegaron a Él los fariseos para tentarle, y le dijeron: ¿Es lícito a un hombre repudiar a una mujer por cualquier motivo? Jesús en respuesta les dijo: No habéis leído que Aquel que al principio creó el linaje humano, creó un hombre y una mujer y dijo: Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y unirse ha con su mujer, y serán dos en una sola carne. Así que ya no son dos, si una sola carne. Lo que Dios, pues, ha unido, no lo desuna el hombre”. 
Y más adelante, en el Versículo 8 dice: 
“A causa de la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, más desde el principio no fue así”.
  
El divorcio es meramente una concesión dada por la Ley de Moisés a la soberbia de los judíos (que hoy en día sus herederos, los masones, han convertido en norma general)
   
Por los textos aducidos vemos que para la propagación del género humano, Dios quiso que existiera entre el hombre y la mujer una unión que fuera una e indisoluble. Jesucristo, restaurador de la dignidad humana y perfeccionador de la ley Mosaica, no sólo restituyó al Matrimonio su primitiva nobleza, sino que además lo elevó a la dignidad de Sacramento. Con su propia presencia santificó las bodas de Caná, en donde obró su primer milagro; condenó la poligamia y el repudio judaico y enérgicamente afirmó la indisolubilidad del Matrimonio.
  
La presencia de Cristo en las bodas de Caná es una muestra de la institución divina del Matrimonio como contrato y Sacramento.
   
La soberbia diabólica siempre ha estado pendiente para soplar e influenciar a los hombres y desgraciadamente ha habido seres humanos que han respirado de esa soberbia, desde nuestros primeros padres Adán y Eva hasta la actualidad.
   
Este el caso de los Maniqueos, que fueron los primeros que negaron el origen divino del Matrimonio, quienes consecuentes con sus herejías, según las cuales la creación de los cuerpos es obra de un principio malo, sostenían que la procreación de los hijos era idea sugerida por el demonio y que casarse equivalía a trabajar por la extensión del príncipe de la tinieblas en el mundo. cosa parecida profesaron sobre el Matrimonio, los herejes posteriores. 
 
Los maniqueos (y otras herejías como la de los cátaros) rechazaban el matrimonio, atribuyéndole un origen y finalidad satánicos
  
El protestantismo, aunque no niega la institución divina del matrimonio, lo excluye del número de los Sacramentos. En los tiempos modernos: los Materialistas, el positivismo y el Comunismo, al negar el orden sobrenatural, niegan el origen divino del Matrimonio.
   
Contra los Maniqueos, San Agustín escribió un libro en el que demuestra que el Matrimonio no sólo es santo y honesto, sino sobrenatural; más aún, que es sacramento.
   
San Pablo proclama que casarse es una cosa buena y llama al Matrimonio, Sacramento grande que encierra una significación sagrada. (Efesios V, 32).
  
San Pablo, con todo y elogiar el celibato (él mismo fue célibe), también reconoció al Matrimonio como un don de Dios y un sacramento (la unión de Cristo y la Iglesia).
   
La Iglesia ha pronunciado excomunión contra los fieles que osan afirmar haber sido inventado el Matrimonio, no ya por Satanás, sino por los hombres.
  
En la Encíclica Casti Connubi S. S. Pío XI dice:  
“el Matrimonio no fue instituido ni restaurado por obra de los hombres, sino por obra divina; ni fue protegido, confirmado ni elevado por leyes humanas, sino por leyes del mismo Dios, autor de la naturaleza y de su restaurador, Jesucristo Nuestro Señor; por tanto, sus leyes no pueden estar sujetas al arbitrio de ningún hombre, ni siquiera al acuerdo contrario de los mismos cónyuges”.
   
Por último espero que los esposos valoren esta institución que el mismo Dios instituyó y Nuestro Señor Jesucristo elevó a rango de gran Sacramento, y esta la misma valoración los lleve a estar en todo momento consientes de esta gran responsabilidad, y hagan todo lo posible por cumplir los deberes propios de esta gran institución cuales son: La unión, la paciencia, la fidelidad, la santidad y la educación de los hijos.
 
Sinceramente en Cristo
+ Mons. Martín Dávila Gándara
Obispo en Misiones

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