lunes, 20 de julio de 2015

EL ROL APOCALÍPTICO DE SAN ELÍAS PROFETA

Un punto de vista esjatológico de la batalla de la Iglesia Católica contra los errores de los pérfidos y del rol de San Elías Profeta como destructor de la obra del Anticristo.
   
San Elías Profeta, Padre y fundador de la Orden Carmelita

La Orden Carmelita traza sus orígenes hacia San Elías y sus discípulos, quienes vivieron humildemente como ermitaños en el Monte Carmelo de la Tierra Santa. Allí se le apareció la Santísima Virgen María en torno al año 800 antes de Cristo, anunciándoles que serían coadjutores de los Apóstoles y que permanecerían hasta el Juicio Final (lástima que los carmelitas de hoy no le llegan a los talones).
  
Desde antiguo, la Santa Madre Iglesia ha amado la espiritualdad carmelitana: Sus innúmeros santos, el Misal y Oficio propio (que fueron cobijados por el indulto de los 200 años en Quo Primum Témpore), el Escapulario, la devoción a la Virgen del Carmen, al Niño Jesús de Praga y a la Santa Faz de Nuestro Señor, son una prueba de ese amor y estima.
  
La Tradición Católica enseña que San Elías nunca murió, sino que fue elevado con vida al Cielo y que regresará en el Segundo Advenimiento. Aludiendo a esta verdad, la Iglesia, única intérprete de la Sagrada Escritura, cita al Profeta Malaquías (3, 23):
Yo os enviaré a Elías, el profeta, antes de que venga el Día grande y terrible de Yahveh, para convertir los corazones de los padres a sus hijos, y os corazones de los hijos a sus padres…”
  
De hecho, por esta razón, los himnos de la Iglesia Católica de Rito Oriental (Bizantino, Armenio, Siríaco y Antioqueno) llaman a Elías como el ‘Segundo Precursor’ de Cristo -ya que el primero, por supuesto, es San Juan el Bautista-, como lo reza el Tropario de su festividad:
Ángel en carne y fundamento de los profetas, precursor de la Segunda Venida de Cristo, el glorioso Elías, que desde lo alto hizo descender la gracia sobre Eliseo, aleja las enfermedades y purifica de la lepra; y a cuantos lo honran les concede la salud.
  
Santo Tomás de Aquino, en la Catena Aurea, comentando sobre los versos 11-13 del capítulo IX del Evangelio según San Marcos, dice citando a San Juan Crisóstomo:
Lo que contestó Cristo aparece por lo que sigue: "Y El les respondió: Elías ha de venir", etc. De este modo manifiesta que Elías vendrá antes de la segunda venida, puesto que las Escrituras anuncian dos venidas, una realizada ya y otra que se realizará, y el Señor señala a Elías por precursor de la segunda venida.    
Así como el Señor afirmó que Elías será el precursor de la segunda venida, así también afirmó que San Juan lo había sido de la primera. "Si bien os digo, añade, que Elías ha venido ya". Llama Elías a Juan, no porque fuera Elías en persona, sino porque llenaba el ministerio de él, y porque ha sido el precursor de la primera venida como Elías lo será de la segunda.
   
El Ritual Carmelita -tanto los calzados como los descalzos-, en la Misa en honor a San Elías Profeta, le dedica un prefacio propio, que dice así:
Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper, et ubíque grátias ágere: Dómine sancte, Pater omnípotens, ætérne Deus: Et te in Solemnitáte vel Veneratióne beáti Elíæ, Prophétæ tui et Patris nostri, exsultántibus ánimis laudáre, benedícere et prædicáre. Qui in verbo tuo surréxit quasi ignis, cœlum contínuit, mórtuos excitávit, tyránnos percússit, sacrílegos necávit, vitǽque monásticæ fundaménta constítuit. Qui pane ac potu, angélico ministério reféctus, in fortitúdine cibi illíus usque ad montem sanctum ambulávit. Qui raptus in túrbine ignis, Præcúrsor est ventúrus secúndi advéntus Jesu Christi Dómini nostri. Per quem majestátem tuam laudant Ángeli atque Archángeli, Chérubim quoque ac Séraphim: qui non cessant clamáre quotídie, una voce dicéntes: Sanctus, etc.
  
TRADUCCIÓN
Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar oh Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios, y que te alabemos, bendigamos y glorifiquemos con alma exultante en la Solemnidad o en Veneración de tu Profeta y nuestro padre el Bienaventurado Elías, quien por vuestra Palabra se elevó como fuego, cerró el cielo, resucitó a los muertos, golpeó a los tiranos, dio muerte a los impíos y constituyó el fundamento de la vida monástica. Quien alimentado con pan y bebida por ministración angélica, caminó fortalecido por ese alimento hasta el monte santo. Y fue arrebatado al Cielo en un torbellino de fuego, y es precursor del Segundo Advenimiento de Jesucristo, Nuestro Señor. Por quien alaban tu Majestad los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente a una sola voz.
 
La Tradición Católica sostiene que San Elías combatirá en la tierra contra el Anticristo, cerca al Fin de los Tiempos, predicando contra él por tres años y medio con San Enoc Profeta (que también fue arrebatado al Cielo, como está escrito en Génesis 5, 24 y Hebreos 11, 5). Al final de esta legacía y predicación, el anticristo le crucificará en Jerusalén para vengarse de él. Pero Nuestro Señor le resucitará luego de tres días, y subirá al Cielo, para confusión y espanto de los enemigos que celebraban su derrota aparente. Ello, aplicando lo que San Juan anuncia en el Apocalipsis (11, 3-12):
“Yo enviaré a mis dos testigos para que profeticen durante mil doscientos sesenta días, vestidos con hábitos de penitencia. Estos dos testigos son los dos olivos y los dos candelabros que están delante del Señor de la tierra. Si alguien quiere hacerles daño, saldrá fuego de su boca que consumirá a sus enemigos: así perecerá el que se atreva a dañarlos. Ellos tienen el poder de cerrar el cielo para impedir que llueva durante los días de su misión profética; y también tienen poder para cambiar las aguas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran. Y cuando hayan acabado de dar testimonio, la Bestia que surge del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará. Sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran Ciudad —llamada simbólicamente Sodoma y también Egipto— allí mismo donde el Señor fue crucificado. Estarán expuestos durante tres días y medio, a la vista de gente de todos los pueblos, familias, lenguas y naciones, y no se permitirá enterrarlos. Los habitantes de la tierra se alegrarán y harán fiesta, y se intercambiarán regalos, porque estos dos profetas los habían atormentado. Pero después de estos tres días y medio, el Espíritu de Dios entró en ellos y los hizo poner de pie, y un gran temor se apoderó de los espectadores. Entonces escucharon una voz potente que les decía desde el cielo: ‘Subid acá’. Y ellos subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos”. 

Después de predicar a Jesucristo durante tres años y medio, San Elías será crucificado por el anticristo en Jerusalén. Tres días y medio después, resucitará y subirá al Cielo para recibir las coronas de Apóstol, Profeta y Mártir de la Fe. (Fray Daniel de la Virgen María, OCD. Spéculum Carmelitánum - Imagen tomada de Tus preguntas sobre los santos-)
  
La ominosa ramificación de esta “Batalla final” es el destino eterno [Cielo o Infierno] de innumerables almas.
  
A lo largo de la Historia de la Iglesia, sus enemigos han intentado atacar al Cuerpo Místico de Cristo con enseñanzas erróneas y heréticas. Falsos credos como el Talmudismo, el Arrianismo, el Protestantismo, el Modernismo y la secta Deuterovaticana… son precursores del Anticristo político-religioso, que muy probablemente ya camina entre nosotros. Por ello, es necesario redoblar la oración y perseverar en la Fe, para resistir a las huestes infernales de satanás y sus agentes en la tierra, y ser hallados dignos de recibir el Triunfo Final de Jesús y María. Que San Eías Profeta sea nuestro ejemplo y su intercesión nos ayude en esta resolución.
   
San Elías, nuestro General Católico, protege al Remanente fiel de la Iglesia contra los embates del anticristo y su falsa Iglesia.

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