domingo, 14 de agosto de 2016

ESTADO ISLÁMICO: "FRANCISCO, TU RETÓRICA PACIFISTA NO VALE CONTRA EL DEBER DE LA YIHAD"

Noticia tomada de LA GACETA (España). La traducción del artículo de la revista Dabiq nos fue enviada y cedida con la condición de mantener en reserva el nombre del traductor.
  

Que el Estado Islámico es uno de los grupos terroristas con un mejor aparato de propaganda no es nuevo. Tampoco la saneada cuenta corriente que maneja. De unir una y otra realidad surge, entre otras, la revista Dabiq, una publicación difundida por y entre los seguidores del autoproclamado califato y que, en su 15ª edición, no duda en responder a las palabras del Papa Francisco sobre la naturaleza amorosa del Islam
  
Lo hace con durísimas palabras y más duras advertencias, asumiendo como obligación de todo musulmán “librar la yihad contra los paganos hasta que todo el mundo está gobernado por la Sharia”. 
  
Así, los responsables del ISIS denuncian que “mientras que los papas anteriores han hablado contra el Islam en base a la enemistad mutua entre los cristianos paganos y los musulmanes monoteístas, los últimos Papas - y en especial Francisco - han tratado de pintar un cuadro de amistad entrañable, buscando alejar a la mayoría musulmana de la obligación de librar la yihad contra el infiel”. “Todo forma parte de un plan para desmilitarizar el Islam o, por decirlo más correctamente, para eliminar el deber basado en la Sunnah y el Corán de librar la yihad contra los paganos hasta que todo el mundo esté gobernado por la Sharia”.

En este último número de Dabiq, titulado Rompe la Cruz, los terroristas del ISIS recuerdan, además, que la suya es “una guerra justificada por cuestión divina entre la nación musulmana y las naciones de los infieles”. “Librar la yihad –difundiendo la ley de Alá por la espada– es una obligación que se encuentra en el Corán, la palabra de nuestro señor”, repasa el texto que, por supuesto, se felicita de los atentados perpetrados en Orlando, Niza, Munich… “La sangre de los infieles se debe derramar de manera obligatoria. El mandamiento es claro. Matar a los infieles, como Alá dijo: ‘Entonces maten a los politeístas donde sea que los encuentren”.
 
Portada de la más reciente edición de la revista Dabiq, el órgano propagandístico del Califato (Dabiq -en árabe دابق‎‎- es un lugar de Siria que representa, por así decirlo, el Armagedón islámico)
  
No es por las bombas 
En otro fragmento de la publicación del que da cuenta la web Infocatólica, el Estado Islámico señala que “incluso si dejaran de bombardearnos, encarcelarnos, torturarnos, vilipendiarnos y usurpar nuestras tierras, continuaríamos odiándolos porque nuestra razón primaria para odiarlos no dejará de existir hasta que abracen el islam. Incluso si pagaran la jizyah (impuesto para los infieles), y vivieran bajo la autoridad del islam en humillación, continuaríamos odiándolos”.
  
Una guerra, la que cree librar el Estado Islámico, que terminará cuando “la bandera negra del Tawhid (monoteísmo islámico) ondee sobre Constantinopla y Roma”.
  
ADVERTENCIA Y RENUNCIA
Advertimos que el enlace a la revista del ISIS-Dáesh y la traducción del siguiente artículo SON DE CARÁCTER MERAMENTE INFORMATIVO, y por consiguiente NO APROBAMOS, ADHERIMOS, CONDONAMOS O JUSTIFICAMOS SUS IDEALES NI CONDUCTA, por razones obvias. 
  
Así mismo, NOS DESLIGAMOS DE CUALQUIER RESPONSABILIDAD CIVIL Y/O PENAL frente a las interpretaciones del lector. Y reiteramos que la persecución actual al Catolicismo es el castigo que Dios dispuso contra la Ramera deuterovaticana.
Columna "En palabras del enemigo" (Revista Dabiq, N° 15 -Rompe la Cruz-, mes de Shawwal 1437 AH/Julio-Agosto 2016, págs. 74-76)
Desde los primeros días de la controversia arriana entre los trinitarios y los unitarios, el cargo del Papa de Roma fue ocupado por pontífices furiosamente antimonoteístas. Esta luz empezó a arder en el siglo VII, cuando el Profeta Mahoma ﷺ (la paz sea sobre él) apareció para profesar que nadie, excepto Alá solo, sin asociado, merece ser adorado. Siglos más tarde, en el Concilio de Clermont, el Papa Urbano II dejó clara la posición de la Iglesia sobre el Islam. Afirmándose divinamente inspirado, llamó a destruir a todos los Musulmanes que difundían la ley de Alá, diciendo, “En vista de esto, yo, o más bien, el Señor os designa como heraldos de Cristo para anunciar esto en todas partes y para convencer a gentes de todo rango, infantes y caballeros, ricos y pobres, para asistir prontamente a aquellos cristianos y destruir a esa raza vil que ocupa las tierra de nuestros hermanos”. Esto lanzó las Cruzadas, que hasta hoy continúan. Los papas, después de eso, por siglos, abierta y ruidosamente profesaron su objetivo de erradicar el Islam a través de la guerra y la conversión, como en el siglo XV, el Papa Calixto III hizo un voto de “exterminar la secta diabólica del réprobo e infiel Mahoma [islam] en el Oriente” y cómo su predecesor Eugenio IV expresó su esperanza de que “un gran número de la abominable secta de Mahoma será convertido a la Fe Católica” (Concilio de Basilea, en 1434).
   
Tan pronto como la guerra entre el Islam y la Iglesia pagana se radicalizó, y por miedo de perder sus propios seguidores a manos del Islam, algunos en el lado Cristiano comenzaron a hablar más directamente sobre su enemigo y del real objetivo islámico de destruir su sistema mundano y sus pervertidas “libertades”. Benedicto XVI –el predecesor de Francisco– explicó, por ejemplo, que la democracia “contradice la esencia del Islam, que simplemente no tiene la separación de la esfera política y la religiosa que la Cristiandad ha tenido desde el comienzo” (Verdad y Tolerancia). A pesar de ser un mentiroso, él ciertamente dijo la verdad sobre este asunto –indudablemente, la democracia contradice la esencia del Islam– mostrando de esta manera que los apóstatas del Islam, como muchos de los “imanes” en Occidente y profesores en las auto-denominadas universidades “islámicas”, tienen menos entendimiento del Islam que Benedicto el Infiel.
  
Algún tiempo después, Benedicto intentaría nuevamente menospreciar al Islam burlándose del Profeta Mahoma ﷺ, pero por algo que el Profeta compartía con muchos de los profetas de la Torá, los Salmos y el Evangelio, que fue la orden de propagar la religión por la espada [1]. Benedicto ninguneó la orden contenida en el Viejo y Nuevo Testamento para la guerra contra los paganos al citar al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, que dijo “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”. La religión del Islam continuará expandiéndose con la espada, incluso si Benedicto desprecia tal cosa. Que Alá exponga la maldad e inhumanidad de Benedicto, y revele al mundo la verdadera razón detrás de su escandalosa renuncia del pagano Papado.
  
A pesar de la claridad de los pasados Papas sobre su enemistad hacia el Islam y sus enseñanzas, el actual papa, Francisco, ha luchado contra la realidad al presentar la perversión apóstata de las enseñanzas islámicas como la religión actual de los Musulmanes. Así, mientras Benedicto y sus antecesores enfatizaron en la enemistad entre los paganos Cristianos y los monoteístas Musulmanes, la obra de Francisco es notablemente más sutil, evitando palabras de confrontación que puedan ofender a aquellos que falsamente claman ser el Islam, esos apóstatas que los Cruzados encontraron jugando el papel perfecto para su infiltración en tierras muslimes. Mientras Benedicto XVI encontró la pública desaprobación por citar a un centenario emperador bizantino, Francisco continúa oculto detrás de un engañoso velo de “buena voluntad”, encubriendo sus actuales intenciones de pacificar la Nación Musulmana. Esto se ejemplifica en la declaración de Francisco que “el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia” (La Alegría del Evangelio).
  
Parte de este método para someter a los Muslimes a través del apaciguamiento involucra coordinar con el infame instituto sufí Ash’ari, la Universidad al-Azhar, que falsamente se atribuye representar a los Musulmanes suníes en todo el mundo. Este método es un intento de justificar la afirmación desviada de que la Nación musulmana no tiene autoridad central –como en un califato–, sino que es “manejada” de alguna manera por estudiosos en las universidades. Adnane Mokrani, un esclavo tunecino de la Iglesia Católica (sic), comentó sobre el abrazo a Francisco de Ahmed el-Tayeb –líder de la Universidad al-Azhar del Cairo– diciendo: “el Islam no es como la Iglesia Católica. No hay una única autoridad central. Hay instituciones, universidades tradicionales del mundo islámico”. En cambio, la historia y los textos refutan esta tonta y obviamente malentendida declaración. Después de la partida del Profeta Mahoma ﷺ, sus compañeros acordaron que la cuestión más importante frente a la Nación musulmana fue nombrar su próximo líder, su próxima autoridad central. Ellos lo hicieron en manera oportuna, y una autoridad sucesiva permaneció inquebrantable por cientos de años. Esta autoridad sucesiva, llamada Califato, fue restablecida en “2014” a través del juramento de lealtad al Sheikh Abu Bakr al-Baghdad ‏حفظه الله‏ (que Alá le proteja).
  
Mientras los anteriores papas hablaron contra el Islam debido a la realidad actual que enfrentaron, basada en la enemistad mutua entre los paganos Cristianos y los monoteístas Muslimes, recientes papas –y especialmente el Papa Francisco– han intentado pintar un cuadro de cordial amistad, buscando separar a las masas musulmanas de la obligación de conducir la yihad contra los infieles. Asistiendo a los Cruzados en su llamado a la aplacación, el-Tayeb dijo de su querido amigo Francisco que “este hombre es un hombre de paz, un hombre que sigue las enseñanzas de la Cristiandad, que es una religión de amor y paz… es un hombre que respeta a las demás religiones y muestra consideración por sus seguidores” (Radio Vaticana).
  
En este mismo orden de ideas, no solo el punto de vista histórico de la Iglesia sobre el Islam fue alterado y tergiversado por Francisco. Posterior a la incursión en Orlando por Omar Mateen رحمه الله (que Alá tenga misericordia de él), Francisco dijo que los sodomitas “no deben ser discriminados, que ellos deben ser respetados y acompañados pastoralmente… El problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y busca a Dios. ¿Quiénes somos para juzgarlo?” Despreciando completamente la doctrina de su propia Iglesia que juzga a los homosexuales como inmoral para atraerlos al perverso acto de la sodomía, nuevamente Francisco pospone su religión por amor a la opinión pública. Pero cambiando el paso con la historia y otras enseñanzas bíblicas, una vez más, el Papa llamó a los Cristianos a pedirle perdón a los sodomitas –una gente llamada así por Sodoma y Gomorra– por el daño causado a ellos.
  
Es muy posible que la preocupación de Francisco por los sodomitas refleje su historia en el Papado, incluyendo a sus antecesores Benedicto IX, Julio II, León X y Julio III, como también a incontabies sacerdotes –la mención de los cuales se ha convertido en sinónimo de violación de niños–. Si tanto, el Papa  (sic) representa a sus fieles seguidores, uno pudiera indudablemente decir que esto es lo que la Cristiandad ha venido a aceptar. Sin embargo, es más aparente que –dada la actualidad de los comentarios del Papa(sic) sobre la homosexualidad, poco después del ataque en Orlando contra los sodomitas Cruzados– esto es parte de la misión papal para obtener cualquier apoyo posible, incluso de los gustos de los inmundos y afeminados sodomitas, en la cruzada contra la Nación musulmana en general y el Estado Islámico en particular. Como tal, Francisco está tomando la ruta transitada por sus pares, los “estudiosos” apóstatas en al-Azhar y en Medina, específicamente el pasar por alto el claro llamado a guerrear contra el shirk (asociación) y sus seguidores a través del Corán y la Sunna –y en lugar de esto, alterar la religión para adecuar alguna diabólica fantasía “interfé”, demasiado diferente a la verdad, verdad que uno naturalmente está inclinado a buscar.
  
Todo esto es parte de un plan para desmilitarizar el Islam o, más correctamente, remover el deber claramente basado en el Corán -y la Sunna- de mover la yihad contra los paganos hasta que todo el mundo esté gobernado por la Shari’ah. Es justo como Lawrence Franklin, un espía israelí que trabajó para el gobierno de los Estados Unidos, aconsejó al Papa, que debería “desafiar a los líderes islámicos para instaurar reformas específicas que erradicarían la justificación teológica para la amenaza violenta e intolerante”.
  
De esto se hizo eco William Kilpatrick, ex confrencista en el Boston College, un instituto jesuita, que ha pedido una encíclica del Papa a sus súbditos globales explicando el peligro del Islam en sí mismo –y no solo una versión “mala” o “radical” del mismo–. Kilpatrick reconoció la táctica francisquista de acomodación que resta importancia al actual rol de la espada en las enseñanzas del Profeta Mahoma ﷺ, pero también concluyó que mientras la mayoría de los infieles y apóstatas intentan remover aspectos del Islam de la religión, los más recientes devotos se alejarán del autollamado “mainstream” hacia el Estado Islámico, que representa el llamado global original del Mensajero de Alá ﷺ. La razón de ser más directo sobre la amenaza del Islam como un todo –que dice, es la religión de “1,6 millardos de personas”– es resumida en palabras de Kilpatrick: “Y la razón por la que deberíamos criticar esta fe de rápido crecimiento y proselitismo agresivo es que, si no lo hacemos, pronto puede convertirse en la fe de 7,6 mil millones de personas –vale decir, la población total del planeta–”.
  
(1) Leer los textos bíblicos sobre la obligación de difundir la religión por medio de la espada, en “Por la Espada” en las páginas 78-80 de esta revista. [Los pasajes más explicitos son Éxodo 15:3; Deuteronomio 7:1-2, 20:16; Mateo 10:34 y Lucas 22:36, N. del T.]

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